Sobre mí

La música ha formado parte de mi vida desde la niñez. Crecí en el seno de una familia en la que el amor por el arte estuvo patente desde el primer momento y, de este modo, me formé tanto en el piano como en la viola.

Siendo el primero uno de los instrumentos que más inspiración me evocan, puesto que por sí mismo es capaz de representar obras maestras, la viola me supuso la posibilidad de disfrutar de algo que me apasiona, como es tocar en compañía de otros músicos.

Fue así como mi camino formativo y profesional tomó la vertiente de la cuerda, llevándome a probar fortuna en lugares como Alicante o Madrid. Ese tránsito supuso una experiencia de vida que marcó un antes y un después, ya que las grandes pasiones, muchas veces, conllevan la superación de dificultades de igual índole.

Ante un escenario desconocido para mí, tuve que hacer frente a situaciones que pusieron en cuestión todo el trabajo que con tanto esfuerzo había realizado hasta la fecha. Tanto afectaron las expectativas y las presiones a mi vocación, que busqué respuestas en el auténtico centro de la música clásica: Austria.

Para más señas fue Salzburgo el lugar elegido, pues es sin duda una de las capitales mundiales en este ámbito, cuna de Mozart, cuyas calles evocan de manera constante su esencia. Allí tuve la posibilidad de conocer personas de todos los rincones del mundo, pero, sin embargo, los nervios y las dudas no se habían marchado.

Y con las maletas ya preparadas, encontré a la persona que cambió mi vida profesional para siempre. Fue el profesor Predrag Katanic, de la Anton Bruckner Privatuniversität de Linz, quien logró reconciliarme con mi pasión, siendo capaz de ayudarme a reconducir mi camino en la música, justo cuando estaba a punto de dejarlo todo.

A su lado me formé durante seis años y desde ese momento, me enamoré para siempre del sonido de la viola, de sus colores y las posibilidades de hacer de cada nota toda una expresión. Los miedos quedaron atrás y fui capaz de reencontrarme a mí misma, con más fuerza y determinación que nunca.

De este modo volví a España para dedicarme a la enseñanza, y desde hace unos años el círculo se cerró, regresando al Real Conservatorio Superior de Madrid, donde estudié, esta vez como profesora.
Una labor que me supone todo un placer, transmitiendo a los más jóvenes este legado, y disfrutando del maravilloso placer que es sentir la música dentro de mí.

‘‘Me enamoré del sonido de la viola’’